Iba al súper a por una tableta de chocolate para mi mujer.
Cruzo en verde. Tranquilo. Legal. Como siempre.
Y de repente…
Una furgoneta de reparto gira como si el ámbar fuera una invitación a atropellar peatones. Directa a convertirme en fiambre.
No frenó.
¿Lo mejor? Que yo no iba mirando el móvil.
Porque si llego a ir distraído como el 99% de la gente, hoy no estarías leyendo esto. Estarías leyendo mi esquela.
¡Fuuum! Me pasa a un centímetro.
Me salvé con un movimiento de torero desesperado sin capote.
El corazón en la boca. El dedo del medio bien alto.
Y le dedico un grito que empezaba por “sub” y acababa por “mal”.
¿Su cara? De: “Gracias por tus reflejos. Me merezco el insulto y la butifarra.”
No me quería matar. Pero casi lo hace.
¿Conclusión?
La diferencia entre vivir o no, muchas veces, está en una sola cosa:
No ir empanado.
Y para eso te recomiendo esto:
[ LIBRO ] Claridad Ancestral (12,95 €)
Porque si no ves lo que tienes delante, te convierten en puré de patatas.
Abrazo.