“Haz lo que te gusta y no trabajarás un solo día en tu vida.”
Aplausos.
Un adulto con mentalidad de niño acaba de descubrir la pólvora.
Ahora solo falta encontrar a alguien que le pague por comer Doritos y ver Netflix en calzoncillos.
Vaya, no existe. Y si existiera, tampoco funcionaría.
¿Por qué?
- Al mundo le da igual lo que te gusta. La única pregunta que importa es: ¿aportas valor? Si lo haces, serás recompensado. Si no, no. Así de simple.
- Convertir tu afición en trabajo es la forma más rápida de odiarlo. Imagina que te gusta escribir. Pues espera a tener que hacerlo bajo presión, con plazos, correcciones y críticas. Verás cuánto te gusta entonces. Y cuando eso pase, buscarás otra cosa “que te guste” para volver a arruinarla.
Adicción al placer. Repulsión al deber. La fórmula perdedora.
¿Entonces qué?
Haz lo que debes, no lo que te gusta.
Aunque no apetezca.
Mientras, los demás seguirán idealizando. Esperando a que su pasión se convierta mágicamente en su empleo.
[ LIBRO ] Claridad Ancestral (12,95 €)
Abrazo.