Martes 29 de abril. 12 del mediodía. Casi 24 horas sin electricidad en todo el país.

Salen los expertos a dar la cara.

Empieza el desfile de agradecimientos.

Gracias a los bomberos.

Gracias a la policía.

Gracias al personal médico.

A los conductores de bus.

A la abuela que fuma.

A la prima que pasó por allí.

Minuto diez del discurso y todavía nada.

¿El origen del apagón?

¿Mañana hay escuela?

¿Se puede repetir?

¿Está controlado?

Toca esperar porque los agradecimientos no acaban.

Clase magistral de cómo no comunicar.

¿Te imaginas a Spielberg montando una película así?

“Mi próxima obra maestra empezará por los créditos. 15 minutos de nombres antes de la primera escena. El público que se lo coma.”

Absurdo es poco.

Y sin embargo, eso hicieron ayer casi todos los portavoces.

Y lo hacen muchos cada vez que abren la boca: empezar por lo menos importante, aburrir, llenar el tiempo, y esquivar lo incómodo.

Cuando te toque hablar, da lo que el otro necesita, no lo que a ti te conviene.

Empieza por el meollo. Sé directo. Sé útil. Sé claro.

Y si quieres menos relleno:

[ LIBRO ] Claridad Ancestral (12,95 €)

Abrazo.