Hay una historia triste que se repite: la del tipo que iba para grande.
Ese que arrancó con hambre.
Que trabajaba 12 horas al día, leía como un poseso y hacía lo que los demás no estaban dispuestos a hacer.
Tenía talento, disciplina y visión.
Y de pronto…
Le empezó a ir “bien”.
Se compró un coche.
Se independizó.
Se dio un par de caprichos.
Y se relajó.
“Ya estoy bien así”, se dijo.
Y ahí empezó su decadencia.
Silenciosa.
Como la de todos los mediocres.
Muerte en vida por haberse creído exitoso.
Por estar cómodo.
Y es que ese es el enemigo más traicionero: el confort.
Vivir mejor que antes no es la meta.
No lo es.
¿Sabes por qué?
Porque siempre hay un nivel más allá.
¿No lo ves?
Entonces gracias.
Gracias por conformarte.
Nos lo estás dejando más fácil a los que sí lo vemos.
A los que entendemos que decir “estoy bien” es “estar jodido”.
A los que sabemos que un Rolex no es exclusivo cuando hay más de 50 millones en el mundo.
¿Sabes qué sí es exclusivo, limitado e irrecuperable?
Tu tiempo.
Por eso siempre estás mal pagado.
Siempre.
Tu tiempo vale más de lo que recibes.
Y si de verdad quieres empezar a valorarlo, empieza por leer esto:
[ LIBRO ] Claridad Ancestral (12,95 €)
Si ya te va bien, ni te molestes.
Abrazo.