Sala de espera. Hospital público.
Máquina de snacks a un lado.
Opciones “saludables”: una botella de agua en plástico.
El resto: bombas ultraprocesadas.
Azúcar. Grasas. Bebidas energéticas.
Todo lo que te acerca a la enfermedad…
en el templo de la salud.
Paradójico, ¿no?
Mientras esperas a que te atiendan, te envenenan por 1,50€.
Y esto no es un descuido.
Es un síntoma.
De un sistema que no está diseñado para cuidarte,
sino para parchearte cuando ya estás roto.
Pero la culpa no es de otros.
Es tuya, por esperar que alguien se preocupe más por ti que tú mismo.
Tu salud.
Tu dinero.
Tu tiempo.
Tu vida.
O los cuidas tú, o te lo rompen los que no le importas nada.
Por eso lee esto:
[ LIBRO ] Claridad Ancestral (12,95 €)
El libro que te recuerda que lo que de verdad importa es tu responsabilidad.
Abrazo.