Esto era José. Un buen tipo.
Le gustaban las ensaladas, pero odiaba pelar tomates.
Su cuchillo le desesperaba, era de esos que cortan menos que una cuchara de plástico.
Así que un día fue al súper y vio una ensalada ya hecha.
Tomates cortados. Cero esfuerzo.
Por 3 eurillos.
“Qué maravilla”, pensó.
Lo que no sabía José es que estaba comprando un hábito.
Porque cuando te acostumbras a elegir lo fácil, ya no paras.
Después vinieron las pastas precocinadas.
Las hamburguesas congeladas.
Y claro…
José empezó a parecerse a lo que comía: un cuerpo más blando que un puré de patatas.
¿La ironía?
Que había opciones mucho más fáciles y mejores desde el principio:
Afilar su cuchillo.
O comprar uno nuevo.
Y seguir disfrutando sus ensaladas de verdad.
Sin tragar basura plastificada.
Por eso, ¿sabes cómo mejorar la calidad de tus pensamientos hoy?
Fácil. Con esto:
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Lo lees y tu mente se afila como ese cuchillo que José nunca afiló.
Abrazo.