Y es que hay gente ahí fuera que siguen llorando porque tienen una oreja más grande que la otra.
Porque no miden 1,80.
Porque la calvicie les ha saludado antes de los 30.
A ver, alma de cántaro: ¿tú crees que nada eso es un freno?
Es una maldita ventaja.
Porque lo que más engancha no es la perfección, es la peculiaridad.
Por lo visto, hay un foro entero en internet donde un puñado de bajitos frustrados se dedica a “desenmascarar” la altura real de los famosos.
Como si eso fuera cambiar su magnetismo.
¿Tú crees que Danny DeVito necesita una escalera para destacar?
¿O que Adrien Brody estaría mejor con la nariz de un influencer genérico?
Y ya que estamos, ¿la torre de Pisa sería tan visitada si no estuviera torcida?
¿El Guernica tendría el mismo impacto si los ojos estuvieran proporcionados?
No conectamos con lo perfecto.
Conectamos con lo que tiene historia. Con lo que es raro. Con lo que se atreve a no esconderse.
Así que deja de esconderte en excusas sobre tu físico.
Y ensalza lo que te hace diferente.
Porque si lo llevas con actitud, el defecto se convierte en marca.
Y la marca… en magnetismo.
¿Quieres más claridad sobre cómo usar lo que tienes para avanzar?
Entonces esto:
[ LIBRO ] Claridad Ancestral (12,95 €)
Abrazo.