Ves una oferta con 1.000 aplicantes y te asustas.
“Uf, demasiada competencia…”
Y te vas.
Error garrafal.
Imagina que fuera una carrera.
Pues la mayoría compite con las zapatillas atadas entre sí.
La mitad no cumple los requisitos.
De los que cumplen, la mitad no responden ni los correos.
De los que responden, la mitad llegan tarde o vestidos como si fueran a pasear al perro en pijama.
De los puntuales, la mitad no saben ni presentarse.
De los presentables, la mitad suelta una idiotez memorable.
Y de los que no la sueltan, la mitad tartamudea como si los acabaran de descongelar.
¿Resultado?
Quedan cuatro gatos como siempre.
Y uno deberías ser tú.
Porque hoy no hace falta ser brillante. Basta con no ser un desastre.
El listón no está bajo.
Está enterrado.
Y si tú no lo aprovechas… gracias.
Gracias por dejarlo tan fácil.
No hace falta ni que leas esto:
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Abrazo.