En 1995, un joven llamado Sylvester Stallone entró a una agencia de Hollywood con un guion bajo el brazo.
Un joven que apenas podía pagar el alquiler para vivir y que hasta había vendido a su perro para sobrevivir.
El guion era su esperanza y su única condición era que él mismo debía protagonizar la película.
Los estudios le ofrecieron 100.000 dólares por la historia, pero sin él como actor.
Sylvester se negó.
Subieron la oferta: 200.000.
Misma respuesta.
300.000 y más…
pero el joven Sylvester siguió firme.
Al final, el estudio cedió y Sylvester Stallone se convirtió en un fenómeno mundial con su película Rocky.
Aquí es donde alguien salta y dice:
«Muy inspirador pero es que mi caso es diferente…»
Claro, porque Stallone no tenía problemas serios, ¿verdad? No tenía dificultades y seguro fue un golpe de suerte, ¿no?
La verdad es que tu caso no es diferente.
Sea el plan que sea, alguien ya antes se ha enfrentado a un reto igual o mayor. ¿Y sabes qué? Ese alguien lo superó.
Stallone podría haber dicho:
“No puedo, porque soy un completo desconocido.”
“No puedo, porque no tengo dinero y debo aceptar cualquier propuesta.”
“No puedo, porque Hollywood no quiere darme una oportunidad porque ya hay otros actores mejores.”
Y si hubiera dicho cualquier excusa de las anteriores hoy no conocerías a Rocky Balboa.
Así que deja de engañarte: no hay un obstáculo especial en tu camino.
Lo que sí es especial es mi libro Claridad Ancestral. Más especial que Rocky subiendo las escaleras mecánicas… y pidiendo un Uber para bajar. Se compra aquí.
Abrazo.