Hace unos años Kodak era el rey de la fotografía analógica. Sus cámaras estaban en todos lados y la marca era sinónimo de recuerdos.
En 1975, un ingeniero de Kodak, Steve Sasson, inventó la primera cámara digital.
¿Qué hizo la empresa con este nuevo invento? Nada.
Los ejecutivos de la marca descartaron la cámara digital.
“Nuestra marca es insuperable.”
“Los clientes nos adoran.”
Y entre tanto halago, nadie vio venir lo que acabó pasando.
Mientras Kodak se dormía entre los halagos, otras empresas sí tomaron en serio la fotografía digital.
Todas avanzaron mientras Kodak se aferraba al pasado.
Cuando quisieron reaccionar, ya era tarde. En 2012, la empresa que había dominado la fotografía durante más de un siglo se declaró en bancarrota.
¿Conclusión? El halago debilita.
El halago te hace creer que todo va bien, que no necesitas mejorar. Es un veneno disfrazado de dulce.
Si solo escuchas lo bueno, te estancas y eso puede ser muy peligroso. Por eso rodéate de personas que te digan la verdad, aunque parezca que duela.
Y si quieres enfocarte en lo importante, mi libro Claridad Ancestral te puede ayudar. Se compra aquí.
Abrazo.