Hace más de 15 años cometí un error de principiante en la universidad.
Uno de esos que te enseñan varias lecciones para toda la vida.
Estaba presentando un trabajo, no recuerdo de qué iba, pero sí recuerdo el momento en el que arruiné mi nota.
Dije algo como:
– “En este caso también hay que prever el escenario X…”
Justo entonces, un profesor del jurado me interrumpió para aportar su punto de vista:
– “Andrés, sí, y también hay que preveer esto otro.”
Lo que dijo era exactamente lo que yo iba a decir… pero mal dicho. Y en lugar de dejarlo pasar, abrí la boca:
– “Sí, también lo iba a decir, pero sin decir ‘preveer’. Diciéndolo correctamente: prever. Porque como tú lo has dicho, es hacer faltas de ortografía hablando… que mira que es difícil.”
Risas de la clase. Cara de póker del profesor. Y mi nota, cayendo en picado.
Lecciones que me dejó este error:
- Que alguien tenga el rol de evaluador no significa que sepa más que tú.
- No corrijas, dirige. Si el objetivo era la máxima nota, lo inteligente habría sido sonreír, asentir y seguir con la exposición.
- El ego es caro. Demostrar que tienes razón es menos rentable que conseguir lo que quieres.
Y si quieres evitar más errores en tu vida lee Claridad Ancestral. En mi libro te dejo grandes reflexiones.
Antes lo lees, antes aprendes. Se compra aquí.
Abrazo.