Advertencia: Las dos técnicas funcionan como magia. Ambas son efectivas, pero también arriesgadas. Así que úsalas con moderación.
Si crees que pedir favores te hace parecer débil, estás jugando a perder. La realidad es que en algún momento vas a necesitar algo de alguien: una recomendación, una introducción, una oportunidad. Y si no sabes cómo pedirlo, te comerás un “no” tras otro.
Estrategia #1: La Técnica del Vendedor de Biblias
Antes de internet, había vendedores que iban de puerta en puerta vendiendo Biblias. Sabían que si pedían directamente 5 minutos, la gente los echaría a patadas. Así que hacían esto:
– Vendedor: ¿Me concede una hora para presentarle la colección?
– Vecino: ¡¿Una hora?! No, no tengo tanto tiempo.
– Vendedor: Bueno, pero 5 minutos sí, ¿verdad?
– Vecino: Bueno… 5 minutos sí.
Y esos 5 minutos terminaban siendo más. Terminaban siendo exactamente lo que el vendedor necesitaba para enganchar al cliente.
La estrategia es simple: pide algo exagerado primero para que el segundo favor parezca insignificante en comparación.
Estrategia #2: La Técnica del Mendigo Astuto
El otro día vi a un mendigo usar la estrategia contraria:
– Mendigo: Perdón, ¿tienes hora?
– Viandante: Sí, las 18:30.
– Mendigo: Gracias, muy amable. ¿Tienes unas monedas también?
– Viandante: Aquí tienes.
Si hubiera pedido dinero directamente, lo habrían ignorado. Pero al hacer un favor pequeño primero (dar la hora), el viandante se sintió más inclinado a hacer otro después.
¿Cuál Usar?
Si necesitas un favor grande, prueba la táctica del vendedor de Biblias: pide algo enorme y luego reduce la petición.
Si buscas algo pequeño, usa la del mendigo: empieza con algo aún más pequeño para “abrir la puerta”.
Y si esto te ha hecho reflexionar, mi libro Claridad Ancestral lo hará todavía más. Lo compras aquí.
Abrazo.