En marketing, la guerra entre grandes marcas es feroz.
Nesquik se burló de Cola Cao porque su producto dejaba grumos.
Sabían que los consumidores los odiaban. Parecía un golpe letal.
¿Y qué hizo Cola Cao? ¿Bajó la cabeza? ¿Pidió disculpas?
No.
Cola Cao se apropió del defecto y lo convirtió en parte de su virtud, celebrándolo como «los grumitos».
En vez de esconderse, lo elevaron a seña de identidad.
Resultado: el golpe de Nesquik se convirtió en una baza ganadora para Cola Cao.
En la vida pasa igual. Si tienes algo distinto—una marca en la piel, una voz peculiar, una forma de pensar poco común—y te avergüenzas, das poder a los demás para atacarte.
En cambio, si lo abrazas y lo exhibes con orgullo, les quitas el arma de las manos.
Mira a quienes destacan: su éxito no viene de encajar, sino de diferenciarse.
La clave no es corregirte. Es amplificar lo que ya te hace único.
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Abrazo.