
Imagina que eres Thomas Edison, encerrado en su laboratorio, rodeado de cientos de prototipos fallidos de la bombilla eléctrica. Cada intento fallido representa una dosis de frustración. ¿Sabes lo que dijo al respecto?
“No he fracasado, solo he encontrado 10,000 maneras que no funcionan.”
Ese es el juego. La clave para confiar en tu proceso vital no es eliminar la frustración, sino aguantarla, abrazarla y convertirla en gasolina.
Si hoy sientes frustración, felicidades. Eso significa que no estás cómodo con tu situación actual. Y si no estás cómodo, significa que quieres mejorar.
El gran problema del ser humano en este siglo no es el fracaso, sino el conformismo. El conformismo te mata en vida. Te convierte en un espectador en lugar de un protagonista.
Piensa en un atleta que entrena todos los días para mejorar su marca. Si después de semanas sigue sin ver progreso, ¿Qué debería hacer? ¿Dejar de entrenar? No, seguir ajustando y ejecutando hasta que llegue el avance.
Aquí viene el punto clave: no necesitas sentirte seguro para seguir adelante. Necesitas seguir adelante hasta sentirte seguro.
La claridad no viene antes de la acción, sino después. La frustración es la brújula que te indica que estás en el camino de crecimiento. Aprenderás y afinarás sobre la marcha.
Si esperas a que todo sea perfecto antes de moverte, nunca vas a moverte.
¿Cómo Usar la Frustración Como Impulsor?
- Cambia la perspectiva: La frustración no es señal de que has fallado, es señal de que estás creciendo.
- Sigue accionando: Ajusta sobre la marcha, no antes de empezar.
- Evita el conformismo: Lo que te mata no es fallar, es no intentarlo.
Edison, Jobs, Musk… Ninguno de ellos esperó sentirse listo. Simplemente empezaron. Y lo que hicieron fue confiar en su proceso mientras lo iban ajustando.
Si este post te ha hecho reflexionar, imagina lo que hará mi libro “Claridad Ancestral: Menos Ruido, Más Resultados”. Porque si de algo estoy seguro es que el camino no se recorre pensando, sino accionando.